Como siempre, la Administración Regional espera al último momento, parece que con la esperanza de no tener que actuar…, o, mejor dicho, de no tener que gastar. Porque de eso se trata al final, de no gastar en lo realmente necesario y por eso nos vemos como nos vemos.

Estamos de nuevo ante la ineficacia de la Administración, la poca planificación y nula inversión. De sobra sabíamos cómo acabarían las vacaciones de Navidad si dejábamos todo al arbitrio de la responsabilidad individual, pero la Administración no hizo sus deberes,  no hay plan B, ni A, ya puestos. Había que salvar la Navidad porque, efectivamente, muchas familias viven de la hostelería y de los comercios que en esta época tenían la oportunidad de sacar un poco la cabeza de lo que han sido unos meses durísimos para estos sectores. Pero su auxilio se podía haber hecho de otras maneras: mediante ayudas económicas suficientes y planificadas con la debida antelación para que pudieran ser gestionadas por los afectados, ayudas al comercio por internet, etc. 

La cuestión es que ahora debemos reanudar las clases en plena tercera ola, con una incidencia de casos Covid disparada, sumada a un temporal de frío y lluvia que nos va a obligar a estar en clase con las ventanas abiertas para salvaguardarnos del virus, realizando una tarea titánica que soportaremos no solo los docentes, sino también y, sobre todo, niños y niñas. Ellos serán los que tengan que estar cinco o seis horas sentados en sus pupitres en unas aulas gélidas, a unas temperaturas de entre cinco y diez grados en el mejor de los casos. Y es que estas condiciones vulneran la normativa sobre las temperaturas en los centros de trabajo, así, el Real Decreto 486/1997, de aplicación en los centros de trabajo y estudio, establece que la temperatura de los locales donde se realicen trabajos sedentarios propios de oficinas o similares estará comprendida entre 17 y 24° C en invierno, ya que por debajo de los 10º existe un riesgo importante para la salud del alumnado.

De nuevo, son los equipos directivos de los centros los que se ponen a trabajar para “salvar el culo a la Consejería”, utilizando los pocos recursos de los centros para intentar paliar el frío. En los más afortunados son las AMPAS las que, a través de colectas, han comprado filtros HEPAS. Todo con dinero de los bolsillos particulares, dinero que debería haber salido de la administración pública de la Región de Murcia.

Como siempre, nuestra consejera, Esperanza Moreno, escurriendo el bulto y echándose fotos, pero nada de buscar soluciones. En septiembre la única solución pasaba por una bajada de ratios, contratación de más docentes y habilitación de espacios con instalación de  medidores de CO2 y filtros HEPAS o, mejor aún, unos buenos sistemas de ventilación forzada artificial, espacios donde se puedan asegurar las condiciones de seguridad y salubridad. Sin olvidarnos de la mejora de los protocolos, rastreos adecuados, cuarentenas para todos los alumnos de una clase y docentes si fuera preciso, junto a más pruebas para atajar los contagios. Pero la señora Moreno no nos hizo caso, ni siquiera quiso recibirnos. Esperanza Moreno nos ha llevado a una situación insostenible, un sinsentido, ahora es imposible y doloroso estar en clase. La única salida para la Consejera de Educación es dimitir y que el Gobierno Regional ponga a otra persona capaz de atajar la situación de una forma eficaz y coherente. Porque no debemos olvidar que este problema no se acabará cuando termine el frío. El curso que viene el virus no se habrá ido y volverá el invierno, entonces, ¿qué haremos? ¿Otra vez a llevarnos a clase las mantas zamoranas? Señores gobernantes, deben pensar YA en el curso que viene. La solución a ambos problemas pasa por todas esas medidas que acabamos de mencionar pero DE MANERA PERMANENTE.

Es palmario que el Gobierno de la Región de Murcia no sabe gestionar el dinero que llega de los Fondos Covid, no está haciendo inversión ni en educación, ni en sanidad, ni está salvando a la hostelería ni a los autónomos. Solo sabe privatizar servicios y echar la culpa al gobierno central.

Y este punto se observa de manera flagrante con la aplicación de las vacunas para el Covid. El personal de enfermería de la Región de Murcia observa atónito y contrariado cómo en lugar de hacer una buena planificación de los recursos para poder vacunar a la población en el menor tiempo posible, estos se desperdician para pasar a privatizar esta vacunación.

Los enfermeros de la Región están dispuestos desde el primer momento a administrar la vacuna a toda la población que así lo desee, respetando, obviamente, la secuencia de grupos de riesgo determinada por la autoridad competente. Esta disponibilidad comprende las 24 horas del día, los 7 días de la semana, pues llevando a cabo la planificación correspondiente para los descansos imprescindibles, el proceso de vacunación no tendría por qué sufrir interrupciones ni ser derivado a otras empresas privadas. De ello se desprende que el retraso, intencionado o no, que sufre nuestra región en la administración de las vacunas se debe a una dejación de la planificación exigible a nuestros políticos y gestores. 

Queremos destacar que en el colectivo de enfermeros, y sanitarios en general, de la Región de Murcia  tras décadas de sobreesfuerzo laboral, y pese al cansancio, su ánimo sigue inalterado para seguir trabajando en esta crítica hora que nos toca afrontar, por nuestra población, al igual que el colectivo docente. Lo único que pedimos es que nuestros gestores y políticos estén a la altura.